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Autoestima

 

 

Camilo E. Ramírez

 

“Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre,

esa cosa es lo que somos”

José Saramago

 

Recientemente me pidieron hablar sobre “Autoestima”, específicamente me preguntaron: ¿Qué es la autoestima? ¿Existe realmente? ¿Cómo lidiar con esa exigencia del mundo actual?

Debo decir de entrada que es una cuestión que siempre me ha parecido absurda, inexistente, además de tramposamente empleada como “cajón de sastre”, tanto por maestros, médicos, psicólogos, padres de familia y personas en general, para explicar tal o cual cosa que les sucede a ellos mismos o a una persona a la que se dirigen o atienden: ante lo que no se entiende, ni se puede explicar, se dice entonces que una persona tiene alta o baja autoestima, como causa de lo que en otro tiempo se decía sobre lo psicosomático o actualmente “Ha de ser estrés”

Resulta que curiosamente la noción de autoestima es una invención que históricamente se relaciona íntimamente con la noción de valor económico y la bolsa de valores, el peso, el dólar, subiendo y bajando, etc. Así, la autoestima haría los mismos movimientos, arriba-abajo, dependiendo de si la persona se valora o no. Lo curioso es que el punto medio, el equilibrio, es inexistente. Así como nadie sabe cuál es la normalidad humana, nadie sabe cuál es una adecuada autoestima, solo se puede tener alta o baja, es decir, una visión anómala sobre la valoración que una persona haría de sí misma, o siendo alta o baja, o se pada de autoestima o le falta; cosa sumamente sospechosa.

Si se busca una definición se encontrará que autoestima es una valoración que cada quien hace de sí mismo. Hasta ahí pareciera un asunto meramente emocional superficial, pero posee un elemento de valoración más complejo, por el más o menos, en relación a poseer tal o cual cosa material o de habilidades, de ahí que alguien vía la cultura se valore de una manera alta-positiva o baja-negativa, constituyendo una carrera interminable, donde alguien en un momento puede tener una autoestima alta y luego baja, dependiendo de la moda o tendencia, para lo cual se crea después las  nociones igualmente absurdas de una autoestima estable y permanente. 

Con la autoestima sucede lo mismo que con la cultura de masas y de consumo. Se establece previamente qué se va a considerar como valioso en una persona (rasgos físicos, nociones estéticas de belleza, estatus económicos, posesión de objetos, cualidades, habilidades, etc.) para luego ofrecerlo como espejo y radiografía de éxito-alta autoestima para ser adaptado por las personas, como canon de vida. Por ello la cosa más básica a hacer cuando alguien se sienta mal o bien con su autoestima, es cuestionar las lógicas de base que hicieron que se valorara mal o bien, mostrarle –sobre todo a los niños y jóvenes, pero también muchos adultos- las lógicas fijas de tal o cual esquema de valores que están empleando para mirarse y juzgarse, impidiéndoles por su parte, encontrar su sentido singular de vida, su interés.  ¿Cómo salir de las lógicas del alta o baja autoestima?

Proponemos, como Giorgio Agamben, una vida cualificada en lugar de calidad de vida. Al  decir vida cualificada, cada persona a partir de tener una vida decide darle de manera responsable la cualidad que su singularidad le plantee. En ese sentido, no hablaríamos de “la autoestima”, sino de “las autoestimas”; ya que al ser inexistente un patrón universal de vida humana (ser/tener/hablar/comportarse…desde un deber ser) quedarían las autoestimas como algo radicalmente singular y no sujetas a un patrón social de valoración, siendo entonces los humanos, por principio inclasificables. Teniendo que hacer cada persona la siguiente elección: o desea valorarse por el común, como la sociedad de consumo lo marca, adoptar lo que se entiende como alta y baja autoestima para ese espejo de éxito/fracaso o elige un camino singular, organizado por sus intereses y objetivos personales, con la apuesta de su deseo e invención creativa, asumiendo permanentemente el riesgo que ello implica, fuera de los aplausos o abucheos de la alta y baja autoestima, respectivamente.