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Experiencia psicoanalítica

Camilo E. Ramírez

 

Antes de que yo pueda decirle algo, es preciso que haya averiguado mucho sobre usted;

cuénteme, por favor, lo que sepa de usted mismo…

Diga, pues, todo cuanto se le pase por la  mente.

Sigmund Freud [1]

 

Para el psicoanálisis la verdad no es un dato, no es un número, no es una cifra, ni un concepto. No es algo que sea igual para todos.

En la experiencia psicoanalítica la verdad es siempre, y ante todo, una historia. Una historia de lo que “no anda bien”, una historia de lo que sufre, de lo que duele, de lo imposible de poner en palabras; de eso que habla, que insiste.  “Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre y eso es lo que somos” (Saramago) Una verdad que es sobre todo verdad-confrontación-implicación con un vacío -ni todo puede ser sabido ni dicho- pues requiere ser inventado, creado, amplificado a partir de lo que no se sabe de sí-mismo y se desea. 

Mientras que la ciencia (medicina, psiquiatría y psicología) se aboca a definir, operacionalizar, medir y cuantificar las vidas humanas, reducirlas a fenómenos (datos, procesos de funcionamiento) que se aíslan en metodologías para buscar ubicar constantes y variables, explicaciones que asocien, deduzcan o expliquen de manera general procesos, por su parte, la experiencia psicoanalítica se ocupa de eso que no alcanza a ser generalizable, universal, es decir, aquello que no puede ser contenido en un símbolo, cifra o concepto, se ocupa de la verdad singular, que no podrá ser nunca un dato. “El sujeto del que se ocupa el psicoanálisis es el sujeto rechazado de la ciencia” (Jacques Lacan) que no es un signo ni “señal de alarma” de un mal funcionamiento, sino verdad-creación, amplificación.

Cuando alguien comienza a hablar de todo lo que se le ocurre por más sin sentido, ilógico o vergonzoso, además de ponerse en jaque la idea de verdad única que proviene del pensamiento, se pueden ir bordeando los límites de las nociones que se cree estructuran y organizan lo que cada quien puede pensar y creer que es y no es, pudiendo ver algo de los efectos, espejismos, trampas….degustar la palabra, pasar de la palabra que se cree comunica algo en sí (la ilusión del dato puro) a la palabra creadora, que amplifica, que cuenta y crea. 



[1] Freud, S Sobre la iniciación del tratamiento, 1913. Nuevos consejos sobre la técnica I, AE, Tomo XII, pp146 y sigs.