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DIFERENCIAS ENTRE EL PSICOANÁLISIS

LACANIANO Y LAS TERAPIAS:

¿CÓMO RECONOCER AL ANALISTA

LACANIANO?[1]

 

Liége Lise*

 

 

Introducción

Psicoanálisis y terapia son dos formas distintas de tratar el sufrimiento humano. El psicoanálisis del que hablaremos en este capítulo es el lacaniano. El psicoanálisis lacaniano es sustentado por una ética, la ética del deseo, que implica al sujeto en su habla y en su inconsciente, responsabilizándolo por sus elecciones y por su modo de satisfacción. Consiste en un tratamiento singular, único, que escapa a la normalización y estandarización. La base de las terapias, por otro lado, es un conjunto de técnicas para intervenir en el aspecto emocional, cognitivo y comportamental de la persona. Es una moral que tiene como objetivo un ideal. ¿Qué significa esto en la práctica?

Se sabe que en la cultura la diferencia entre el psicoanálisis y las terapias es imprecisa. Para muchos, psicoanálisis, psicología y psiquiatría son la misma cosa. No obstante ser campos que trabajan con el sufrimiento humano, actúan de forma diferenciada. Parten del principio de existencia de una realidad psíquica, sin embargo poseen divergencias en relación al modo en que leen e interpretan esa realidad.

Dos cuestiones son fundamentales  en lo que se refiere a la distinción de los modos de trabajo de cada área. Del lado del paciente, se trata de cómo reconocer si efectivamente está ante un analista lacaniano cuando busca un tratamiento. Del lado del analista principiante, las pistas que le permiten juzgar, en una clínica sin parámetros, si él está o no, trabajando de acuerdo con sus principios éticos. 

Por ello, este capítulo tiene dos objetivos: 1) establecer la diferencia entre el psicoanálisis lacaniano y las terapias; e 2) identificar las principales características del analista lacaniano que se relacionan con la radicalidad con  la que sustenta su deseo.  Está estructurado en cuatro partes. La primera expone cuál es la ética del psicoanálisis; la segunda presenta las principales diferencias entre el psicoanálisis lacaniano y las terapias, en lo tocante a la concepción clínica del tratamiento realizado desde una perspectiva del psicoanálisis de orientación lacaniano; la tercera parte busca comprender la radicalidad del deseo del analista lacaniano; y, finalmente, la última tematiza la especificidad de la práctica del psicoanálisis lacaniano. 

 

EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO Y LA ÉTICA DEL

PSICOANÁLISIS 

La diferencia entre el psicoanálisis lacaniano y las demás terapias está en la radicalidad con que éste privilegia la ética del deseo inconsciente y el deseo del analista en la experiencia de un análisis. Busca, por lo tanto, implicar la singularidad de la persona en relación a su deseo. Es una invitación a salir de la moral de las costumbres e ideales de adaptación a la realidad, para entrar en otra escena, en la lógica del inconsciente. 

El psicoanálisis es un modo de ser y actuar basado en la singularidad, y no en una moral, regulada por costumbres y comportamientos externos. Parte del principio de que todo ser humano tiene algún mal-estar, siente y hace cosas extrañas. Por esa razón, postula que el camino para tratar esas  "rarezas" consiste en pautarse en algo específico que no encaja en modelos de tratamiento y privilegia lo más propio en quien solicita un tratamiento: lo inconsciente. El inconsciente es la expresión de esa rareza singular, y el psicoanálisis, una forma de lidiar con ella, de incluirla sin transformarla en sufrimiento. 

En varios de sus artículos, Sigmund Freud (1912, 1915, 1916, 1917, 1926) se refiere al psicoanálisis como un método psicoterapéutico y terapéutico, definido como: 

 

Psicoanálisis es el nombre: 1) de un procedimiento que sirve para indagar  procesos anímicos difícilmente accesibles por otras vías; 2) de un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y  3) de una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva disciplina científica. (Freud, 1923, p. 231)

 

Las terapias y el psicoanálisis tienen en común el tratamiento por medio de la palabra, sin embargo, la diferencia fundamental se establece en la forma como es trabajada la palabra en cada una de esas áreas. Ese fue el descubrimiento de Freud, quien percibió que el cuerpo responde a las palabras, es tocado por ellas, de modo que las palabras alteran y subvierten las leyes del funcionamiento fisiológico del cuerpo. Al oír los síntomas histéricos, el psicoanálisis percibió que el cuerpo en sufrimiento era expresión de un conflicto inconsciente entre un deseo prohibido y su realización. Así, hizo un uso inédito de la palabra para fines de tratamiento e instituyó la "asociación libre".

Como nos mostró Freud, el inconsciente  es un aparato de lenguaje que se expresa en formaciones tales como los sueños, el síntoma, los olvidos, los actos fallidos y el Witz,[2] los cuales portan la marca de una extrañeza. Es justamente esa extrañeza la que refleja el descompás del sujeto dividido entre lo que juzga querer y lo que desea.

La ética del psicoanálisis se inscribe en la radicalidad con que privilegia esas manifestaciones del inconsciente, leyéndolas como marca singular del sujeto. Esa extrañeza es resultado de la desnaturalización del humano por el lenguaje y de la consecuente pérdida de una parte de su satisfacción, porque la satisfacción humana no encuentra un objeto en la realidad que le sea correspondiente. De ese modo, el deseo es, sin objeto y en su estructura, insatisfecho. Como afirma Forbes (1997), el conflicto del hombre con el mundo no es un defecto, un error, sino la base de su constitución. El inconsciente es la marca de ese desacierto y el deseo es su producto.

En la experiencia analítica, la ética del psicoanálisis tiene como objetivo el bien-decir del sujeto sobre su deseo, de ahí hablar sobre la “ética del bien-decir”. Decir lo que de su síntoma tiene de una satisfacción paradójica, el goce. Las palabras no son suficientes para decir de ese extraño, que para cada uno es el encuentro con la sexualidad. Ese encuentro traumático recibe el nombre de real. Por lo tanto, para el psicoanálisis, lo Real es lo que siempre escapa a la palabra, es del orden de un resto inasimilable. Se trata de un resto con el cual el sujeto tendrá que lidiar a lo largo de su vida. Lacan (1975) afirma que:

 

los síntomas tienen un sentido, y un sentido que solo se interpreta correctamente,  correctamente queriendo decir que el sujeto deja caer algún cabo, solo se interpreta en función de sus primeras experiencias, a saber en la medida que encuentre, lo que voy a llamar hoy, no pudiendo decirlo mejor, la realidad sexual. (LACAN, 1975) 

 

En el tratamiento del síntoma, por su parte, la terapia está en consonancia con la ciencia médica. Se orienta por el restablecimiento de la salud y por la promoción del bienestar, tiene como objetivo la adecuación de la persona a un ideal. La terapia se constituye como un método de trabajo basado y perteneciente a la medicina. Therapéia viene del griego sinónimo de cuidado, restablecimiento de la salud, promoción del bienestar. Lacan afirma:

 

[...] que el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás [...] se trata ciertamente de un rigor en cierto modo ético, fuera del cual toda cura, incluso atiborrada de conocimientos psicoanalíticos, no sería sino una psicoterapia. (Lacan, 1955, p.312)

 

En el psicoanálisis, el síntoma es una modalidad del goce y la cura no se aplica a esa dimensión humana. Ante ese real, ese resto inasimilable, eso extraño, el psicoanálisis implica al sujeto a responsabilizarse por ese encuentro. 

 

Las diferencias entre el psicoanálisis lacaniano y las terapias

En la concepción y en el tratamiento del síntoma, pueden ser esbozadas las principales diferencias entre la práctica analítica y la terapia. Por ello, en lo siguiente, privilegiamos mostrar cómo cada práctica concibe los siguientes elementos: el síntoma, la queja, la dirección del tratamiento, la transferencia y la interpretación. Tales puntos fueron seleccionados porque, desde nuestra perspectiva, hablan de la esencia de la experiencia clínica concerniente  a las dos prácticas.

 

Tabla 1 Principales diferencias entre el psicoanálisis y las terapias

 

 

Psicoanálisis

Terapias

Síntoma

Formación del inconsciente

Relación con el deseo inconsciente

Expresión singular del sujeto

“¿Cómo hacer con su síntoma?”

Expresión de inadecuación

Relación con la enfermedad

Uso de pruebas  y evaluaciones para establecerlo

Su objetivo es la erradicación del síntoma con la finalidad de una mejor adaptación de la persona a la realidad.

Queja

Implica al sujeto en su queja

Mejora la cualidad de la duda: “¿cuál es su participación en eso que se queja?”

No responde a la demanda

 

Implica a la persona en la enfermedad

Recibe la queja como desorden provocado por la enfermedad

Responde a la demanda

 

Tabla 1 Principales diferencias entre el psicoanálisis y las terapias

(continuación)

 

 

Psicoanálisis

Terapias

 

Tratamiento

 

El analista dirige el tratamiento

Positiva lo singular

Responsabiliza al sujeto a partir de su habla, de los pensamientos y de las satisfacciones de su cuerpo –su propio goce.

Invita a hablar sobre lo que no sabe; posibilita la creación de un sentido nuevo. 

 

El terapeuta orienta a la persona

Trata la enfermedad

Desresponsabilizan al sujeto por el azar.

Hacen uso de técnicas estandarizadas, normas y protocolos.

 

 

Transferencia

 

 

Clínica basada en la transferencia

 Analista en lugar Sujeto Supuesto Saber (SSS)

 – docta ignorancia

Posición de causa;

provoca el deseo.

Identificación con el ideal  representado en la persona del Terapeuta

Terapeuta responde al lugar del Otro

Posición de consejero

Interpretación

 

Suspende las certezas

Analista presta consecuencia a lo que escucha

Apunta para el límite del saber

Apuesta en la invención

Responsabiliza al sujeto por su dolor y por sus conquistas.

 

Fijan en una identidad

Inciden en la acción y  reacción

Justifican las explicaciones y el sentido

Apuntan a un ideal

Refuerzan las cualidades

 

Para mayor esclarecimiento, vamos a desplegar las partes de la Tabla 1.

 

1.      El síntoma: el análisis y las terapias tienen en común el tratamiento por medio de la palabra, sin embargo parten de concepciones diferentes sobre el entendimiento del síntoma. En el psicoanálisis, el síntoma es una de las formaciones del inconsciente. En la definición freudiana, es una solución de compromiso entre el deseo inconsciente, prohibido y reprimido, y las exigencias defensivas del yo. Para el psicoanálisis lacaniano, el síntoma es la expresión de una singularidad, de una satisfacción paradójica, marca propia de la persona y que puede ser incluida y expresada en la vida. Un mismo síntoma puede tener una función diferente para cada persona, que sólo puede ser construida y alterada en la medida en que la persona hable de su posición ante ese sufrimiento y de lo que éste viene a responder. Las terapias conciben ya el síntoma como algo inadecuado, por eso apuntan a una mejor adaptación a la realidad.

2.      La queja: el psicoanálisis implica a la persona en su queja, la compromete y responsabiliza en su sufrimiento. Parte de una pregunta simple: ¿Qué tienes que ver tú con eso de lo que te quejas? Fue lo que preguntó Freud (1905) a Dora, en un caso paradigmático para el tratamiento de histeria, conocido como el Caso Dora. Ella presentaba síntomas de afonía, dificultades respiratorias y vivía un impasse amoroso entre su padre, la amante de él y el esposo de la amante. Ante sus quejas, Freud le pregunta: “¿Cuál es su participación en el desorden del que se queja?”. Así también hace el analista ante la queja, hace una intervención que abre la posibilidad de la persona traer para sí, subjetivar su sufrimiento, construir un saber sobre él e inventar una salida propia. La terapia, en la medida en que trabaja con la enfermedad, irresponsabiliza a la persona. Si la persona sufre una enfermedad y los trazos de su subjetividad no son privilegiados, se trata del problema y se busca una solución.

3.      La dirección del tratamiento: el psicoanalista dirige el tratamiento, no al analizando. Incide en la posición que el analizando ocupa en su habla, en su discurso. La presencia del analista es aquello que posibilita que esa experiencia acontezca. La terapia dirige a la persona, apuntando a un ideal de ser y estar. Al hacer uso de test y protocolos, excluye la subjetividad del paciente y el terapeuta se limita a un aplicador e intérprete de resultados, obtenidos a partir de escalas ajenas a lo particular del tratamiento.

4.      El manejo de la transferencia: la transferencia es condición fundamental para un análisis. Habla de un vínculo afectivo que se establece en el proceso analítico. De un amor a la figura del analista, en su inicio, referido a un amor al inconsciente. La clínica analítica es una clínica basada en la transferencia, lo que significa que el analista hace uso de un lugar que le es atribuido, de una demanda que le es dirigida, un lugar de gran importancia, Otro, para operar a partir de esa autoridad que le es confiada. Al no responder a la demanda del lugar del Otro, el analista   abre la producción de un saber, fruto del trabajo del analizando y de la relación que él pasa a establecer con su palabra y con su inconsciente. Lacan hablaba del lugar del analista como de SSS -Sujeto Supuesto Saber; hablar para un Otro que es colocado en la posición de descifrar el sentido del síntoma. El analista no responde desde ese lugar, no responde a la demanda, manteniendo abierta la vía del deseo. Las terapias, por otro lado, responden a la demanda. Alimentan el síntoma con la producción de sentido y la identificación al terapeuta, que personifica lo ideal.

 

5.      La interpretación: la interpretación es la forma como un analista interviene buscando mover, sacudir certezas, equivocar, sorprender y abrir para otros sentidos. Freud basó la matriz de interpretación inconsciente en el Complejo de Edipo, patrón de significación vertical, representado por la figura paterna. Era lo que le permitía entender el descompás del hombre y el mundo. De esa forma, la orientación vertical paterna se reflejaba en el reglamento de satisfacción humana también en los otros espacios de la cultura, escuela, trabajo y sociedad. La interpretación seguía la clave edípica, buscando la ganancia de saber y el sentido que posibilitaba la eficacia en la resolución de los síntomas. Ante los nuevos síntomas, que no responden más a la ganancia de sentido, la segunda clínica de Jacques Lacan o la “clínica del goce” posibilita una mejor intervención y eficacia. El pasaje de “Freud explica” para “Freud implica” tiene como objetivo lo real, lo que escapa al sentido, a la incompletud -lógica del psicoanálisis. El acto analítico sustentado por el deseo del analista es lo que responsabiliza “por ese insoportable de cada uno...por eso particular, por ese medio personal e intransferible de vivir” (FORBES, 2009) 

 

Establecidas las principales diferencias entre las formas de trabajo de las terapias y la ética en la cual se basa el psicoanálisis lacaniano, en lo siguiente se mostrarán los modos por medio de los cuales el analista lacaniano puede ser reconocido. 

 

COMO RECONOCER AL ANALISTA LACANIANO

Un analista lacaniano se reconoce por la manera singular como sustenta su deseo. Por la forma como da muestras de su relación con la ética del psicoanálisis y con su inconsciente. Con su presencia, guardando silencio, él no responde a la demanda del paciente, ni se compadece ni se reviste de maestría. Deja abierta la vía del deseo, posibilitando a quien le pide un análisis, un encuentro con su más extraño íntimo, su diferencia absoluta. Se trata del efecto verdadero que la experiencia de un análisis puede provocar: [...] un análisis, estándar o no, es el tratamiento que se espera de un analista” (LACAN, 1955, p. 331)

 

LA ESPECIFICIDAD DE LA PRÁCTICA DEL PSICOANÁLISIS LACANIANO: INVENCIÓN Y RESPONSABILIDAD ANTE EL SUFRIMIENTO

El psicoanálisis es una práctica que permite al ser humano incluir en su vida su insoportable sin transformarlo en sufrimiento. Mantiene viva la invitación al riesgo y apuesta de mantener vivo el deseo. Es el mejor tratamiento para la angustia, pues retira su carácter paralizante y la transforma en motor, posibilitando la invención de respuestas creativas y singulares. Se trata del tratamiento de lo extraño de cada persona, del trato con su inconsciente “que causa al ser hablante responsabilizarse por la invención de su estilo singular de gozar de su cuerpo y de su vida” (FORBES, 2010, p.11). Del lado del psicoanalista, hay también un compromiso en sustentar viva la causa analítica, la virulencia y la ética del psicoanálisis. Por no operar en el registro de la moral, y si, de la ética, el psicoanálisis es una práctica y el deseo del analista, su ser, está implicado, lo que lo aproxima al oficio creativo del poeta. 

En resumen, diferente de otras prácticas profesionales en las cuales la identidad puede ser definida con predicados que unifican una categoría, un analista solamente puede ser reconocido a partir de cómo sustenta su deseo, singular, enigmático de analista. 

 

 

Referencias bibliográficas

 

FORBES, Jorge. Psicanálise ou psicoterapia. Biblioteca Freudiana Brasileira. Campinas: Papirus, 1997.

 ______________. Curso do Corpo de formação em psicanálise, do IPLA. Aula inaugural. São Paulo, 09 de fevereiro de 2009. Disponível em: http://www.jorgeforbes.com.br/br/cursos-e-conferencias/aulainaugural-corpo-formacao.html. Acesso em 1o de março de 2012. 

____________. Inconsciente e responsabilidade. Tese de doutorado em Psicologia. Rio de Janeiro: Universidade Federal do Rio de Janeiro, 2010. 

FREUD, Sigmund. (1901-1905) Análisis fragmentario de un casto de histeria, el caso Dora. En Sigmund Freud Obras Completas. Tomo VII. Buenos Aires: Amorrortu, 1999. (Octava reimpresión)  

______________. (1912) Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. En Sigmund Freud Obras Completas. Tomo XII. Buenos Aires: Amorrortu, 1999. (octava reimpresión)   

______________. (1915-1916) Conferencias de introducción al psicoanálisis. En Sigmund Freud Obras Completas. Tomo XV. Buenos Aires: Amorrortu, 1999. (octava reimpresión) 

______________. (1916-1917) Conferencias de introducción al psicoanálisis. En Sigmund Freud Obras Completas. Tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu, 1999. (octava reimpresión) 

______________. (1922-1923) Dos artículos de enciclopédia. En Sigmund Freud Obras Completas. Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu, 1999. (octava reimpresión)  

______________. (1926) ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? En Sigmund Freud Obras Completas. Tomo XX. Buenos Aires: Amorrortu, 1999. (octava reimpresión)

LACAN, Jacques. (1955) Variantes de la cura tipo. En Escritos, México: Siglo XXI, 1984, p. 312.

______________. (1975) Conferencia en Ginebra sobre el sintoma. Disponible en http://www.elsigma.com/historia-viva/traduccion-de-la-conferencia-de-ginebra-jacques-lacan-1975/12782 Acceso en octubre de 2018 (N. de T.) 

 



[1] Traducción al español por Camilo E. Ramírez con autorización del autor. Texto original en portugués Lise, L. Diferenças entre análise lacaniana e as terapias: como reconhecer o analista lacaniano? En Forbes, Jorge (ed.); Riolfi, Claudia (org.). Psicanálise: a clínica do Real. Barueri, SP: Manole, 2014., Cap. 2. p. 21-35.

* Psicóloga y psicoanalista brasileña. Miembro del Instituto da Psicanálise Lacaniana (IPLA) Coordinadora de la Clínica Escuela en IPLA, Investigadora en la Clínica de Psicoanálisis del Centro de Estudios de Genoma Humano de la Universidad de São Paulo (USP) en São Paulo, Brasil http://www.ipla.com.br/

[2] La expresión en el original portugués dice “ditos espirituosos”. Para mantener el sentido y fuerza de la frase, elegimos la palabra alemana empleada por Freud, Witz, por poseer una amplitud semántica, en vez de la referencia común en las traducciones al español de chiste. (N. de T.)