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Conversação Clínica 2019


  

Camilo E. Ramírez

 

 

Durante los pasados días 6, 7 y 8 de diciembre se realizó la Conversação Clínica 2019: reproduçãoassistida, desejo e subjetividade, del Instituto da Psicanálise Lacaniana (IPLA) de São Paulo, Brasil, el cual tiene como eje de su actividad clínica y de transmisión psicoanalítica, la segunda clínica de Jacques Lacan, también llamada clínica de lo Real.

 

A partir de la clínica de lo Real se puede sustentar una práctica más allá de mitos, estructuras y conceptos de ese psicoanálisis dedicado a predecir el pasado, acorazado en nociones que considera, hasta cierto punto, fijas; discursos para explicar y garantizar una cierta lógica, que siempre por “más bien burocratizada”, algo se le escapa en su pretensión de explicación, de abarcarlo todo. Sino más bien, a partir de una ética psicoanalítica de las consecuencias, de la implicación singular de cada uno, abrir el sentido para la singularidad y así poder sustentar el deseo y talento que cada quiera desarrollar en el mundo. Singularidad de la que cada quien, participa y se implica, tanto en su sufrimiento, como en sus soluciones, es decir, en un sentido amplio, en su existencia.

 

La clínica de lo Real coloca el corazón mismo de las transformaciones de nuestro mundo actual, siglo XXI (el malentendido, la pérdida de los referentes básicos, lo irrepresentable) lleno de opciones múltiples, que por no estar garantizadas a priori, exigen una participación y elección más activa. Para lo cual, su fundador y actual presidente, Jorge Forbes, creó el concepto Terra Dois (Tierra Dos, el cual también es el nombre de un programa para TV Cultura Brasileña que busca trabajar las modificaciones que hemos vivido en nuestras relaciones durante la postmodernidad) buscando pensar y operar en las dificultades y posibilidades creativas de este mundo que habitamos, basados en una lógica del entusiasmo, la invención y la responsabilidad;donde cada uno de nosotros seríamos convocados a realizar un planteamiento, una invención creativa, no ya solo a partir de lo que sabemos y suponemos (de nosotros mismos, nuestro cuerpo, el otro…) sino a través de eso que no sabemos- y nunca sabremos- ese vacío que resiste y persiste (lo Real) y que puede reformularse como eje de vida, para que a partir de ahí, cada uno pueda posicionar un deseo, ¡su deseo!, en el mundo.

 

El encuentro se realizó en un paradisíaco lugar en las montañas a 164 km de la ciudad São Paulo, llamado San Bento de Supacaí. Ahí, entre las maravillas de la naturaleza, profesionales de los más diversos campos y actividades (psicoanalistas, médicos, filósofos, abogados, lingüistas, como destacados alumnos en formación del mismo instituto) que compartimos las preocupaciones, pero,sobre todo, el deseo por pensar el mundo de una forma entusiasta-creativa, más que fatalista o reivindicatoria-moralista, conversamos sobre reproducción asistida, el deseo y la subjetividad.

 

El debate de idas giró en torno a las presentaciones a cargo de Elizabeth Ormart, psicoanalista, docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Argentina,  François Ansermet, médico y psicoanalista suizo, profesor en la Universidad de Ginebra, miembro del Comité Consultatuif National d´Ethique de Paris, así como del mismo anfitrión Jorge Forbes, médico psiquiatra, psicoanalista brasileño, uno de los principales introductores de la enseñanza de Jacques Lacan al Brasil, de quien frecuentó sus seminarios en París, el cual desarrolla una actividad clínica que dialoga no solo con los malestares y síntomas de este mundo Tierra Dois, de pérdida de referentes fijos, donde habita el humano desbussolado, sino con sus potencialidades y expansiones creativas de las que puede tomar mano, pudiendo desarrollar un lazo social, al mismo tiempo más creativo y responsable.

 

Podemos decir que los humanos no nacemos, ni vivimos, ni estudiamos, amamos, trabajamos o morimos de la misma forma. Las coordenadas y referentes que antes nos organizaban (disciplina, destino, moralidad, razón) hoy han perdido su preponderancia. No bastan para dar cuenta de los cambios sociales que ha tenido el mundo en estos tiempos. Ello, ha incidido directa e indirectamente, en el cuerpo, en tanto organismo -como lo concibe la medicina- y como elemento erógeno, pulsional, de transformación, discontinuidad e incompletud, como lo es cada cuerpo humano -entendido por el psicoanálisis- desarrollando o potenciando nuestras posibilidades. Si “Hoy podemos más de lo que queremos” (Jorge Forbes) entonces nuestras decisiones dependen más de un deseo de vida, de un posicionamiento responsable respecto a esas decisiones y no tanto como antaño, basadas en una “confianza”, digamos, ciega, respecto a lo que alguien o algo “prometía” que recibiríamos, en una orden de un “alguien más” de valor (el padre, el jefe, el maestro…) Si bien hoy el sujeto puede estar más angustiado ante las múltiples opciones, también es cierto que sus posibilidades de expansión y creatividad son ilimitadas, pues no están ya referenciadas a un modelo único de “deber ser/hacer”, y ante eso, el sujeto avanza con entusiasmo o renuncia y retorna a lo conservador, a lo burocrático moral, disciplinario o racional, con una cierta nostalgia por “aquellos años” cuando esos referentes tenían peso.

 

Un primer movimiento de vital importancia es poder diferenciar el conocimiento científico y el cientificismo, ya que el primero se sabe y asume incompleto, en constante transformación, mientras que el segundo opera con la idea de la determinación de lo que somos, pensamos y hacemos. Y es justamente en esa coyuntura que la genética, como la reproducción asistida y el psicoanálisis nos abren su experiencia, mostrándonos que no existe tal determinismo, no somos un cerebro universal, unos genes que activan un destino ineludible, ya que existe un espacio “silencioso” e indeterminado, que porta la ausencia de elementos deterministas, pues,así como no existe una relación causal entre un genotipo y su expresión fenotípica, pudiendo una persona poseer un determinado marcador genético, sin por ello necesariamente desarrollar la expresión de tal enfermedad y viceversa, alguien puede desarrollar una determinada enfermedad o condición sin necesariamente poseer un gen específico que se supondría -bajo ciertas interpretaciones- le marcaría un destino.

 

Y así es como la genética y la reproducción asistida, tendrían un elemento básico en común con el psicoanálisis del futuro: la invención a partir de lo incompleto y el deseo de vida, mostrando que el origen y el ser son cuestiones más de decisión en el presente y futuro, incluyendo la sorpresa y el malentendido, que de vidas ancladas en el pasado, en ideas que se antojarían dogmas. “Los neuróticos sufren de reminiscencias” decía Freud, o podríamos decir, de algo que siempre se escapa al sentido, se pierde, que se comienza a crear una ficción, una narrativa, que como puede anclar, puede incidir potenciando, resolviendo.

 

Es en ese campo fértil, donde se entrelaza tecnología de reproducción asistida y psicoanálisis, se deslocaliza la idea fija de determinación (de predicción del pasado al estilo “usted padece... porque en su vida...”) como de acumulación de un organizador (moral, disciplina, razón, felicidad) que ha sido colocado como eje-garantía de algo. Buscando más bien subvertir a partir de cierto gap (ausencia de determinismos) los efectos que reducen las vidas a la noción de determinación (psicología positiva y moralidad) para inventar el futuro en el hoy con la participación responsable, con el riesgo que representa para cada quien. Pues al desistir de emplear un organizador fijo, es que se pueden emplear diversos y muy variados referentes (técnicas, tácticas, tecnologías… según convenga. Pues, a final de cuentas, ¿cuál sería? O más bien ¿quién sabe la forma adecuada o justa de expresar un deseo? Como lo es el deseo de tener un hijo, por principio es algo del orden de lo imposible de descifrar, explicar, es algo que está hecho para ser vivido, para ser sustentado. 

 

 

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*Artículo publicando originalmente en el periódico El Porvenir (11/12/2019) Conversação clínica 2019. Editorial, p. 2. 

 

Fotografía: Celia Santos.